
Misa y Reflexiones
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PRIMERA LECTURA
Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada
Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada
Así dice la sabiduría de Dios: «El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavia no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponla un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.»
Palabra de Dios.Salmo responsorial Sal 8, 4-5. 6-7a. 7b-9.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R. Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R. SEGUNDA LECTURA
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5
Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará
Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará. »
Palabra del Señor.
Archidiócesis de Madrid.-
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Homilía desde Guatemala, monseñor Rodolfo Colominas Arango.-
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Homilía del Domingo de la Santísima Trinidad (ciclo C)
Archidiócesis de Madrid.-
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Homilía desde Guatemala, monseñor Rodolfo Colominas Arango.-
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Homilía del Domingo de la Santísima Trinidad (ciclo C)
1. Hoy estamos celebrando la solemnidad de la Santísima Trinidad. Es la celebración del mismo Misterio de Dios. Es el misterio de Sí mismo que Dios ha querido revelarnos por medio de su Hijo Jesucristo. Por esta razón, el misterio de la Santísima Trinidad es la verdad de Fe que nos distingue a nosotros los cristianos.
2. Hay muchas personas que creen en un solo Dios. Muchísimos creen en un Ser Supremo. Pero lo que es propio de nosotros los Cristianos es la Fe en Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. No es la Fe en un Dios solitario, sino en Dios que es Trinidad, que es Familia, que es una comunidad de amor.
3. Ahora bien, ¿Por qué decimos que en Dios hay tres personas? Por una razón muy sencilla: Decimos que Dios es Trinidad de personas, porque Dios se nos ha manifestado como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. Tres personas iguales en su dignidad, pero que son distintas. El Padre no es el Hijo ni el Hijo es el Espíritu Santo.
4. Nuestra mente humana jamás hubiera podido imaginar que en Dios hay tres personas. Pero Dios, en su infinita Misericordia se nos fue manifestando poco a poco.
5. A lo largo del Antiguo Testamento, ante una humanidad que creía en la existencia de muchos dioses, Dios quiso manifestarse como el único Dios. En el Antiguo Testamento se nos insiste mucho en que no hay más Dios que Él. Allí se nos muestra como un Padre: el Padre del Pueblo de Israel. El Padre Creador. El Padre que cuida de todo lo que existe.
6. Todos los problemas del Pueblo de Israel le vinieron porque tenían la tendencia de buscarse otros dioses. Podríamos decir que toda la historia del Pueblo de Israel viene a ser el camino que Dios fue siguiendo para hacer entender a su Pueblo que no había más Dios que Él.
7. Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, el Padre Dios envía a su Único Hijo, hecho hombre, encarnado en el seno de la Santísima Virgen María. Lo envía para alcanzarnos la salvación de nuestros pecados.
8. Este Hijo de Dios hecho hombre es Jesucristo, quien no solamente nos dijo con toda claridad que era Hijo de Dios, sino que esta verdad la fue manifestando a través de sus obras, especialmente a través de su muerte y de su resurrección.
9. La experiencia de los discípulos al convivir con Jesús, fue un ir descubriendo poco a poco, que Jesús no era simplemente hombre; no era un hombre común y corriente, sino que sin dejar de ser Dios se había hecho verdaderamente hombre.
10. Es cierto que mientras vivieron con Él no llegaron a comprender muy bien la realidad de la divinidad de Cristo. Fue, hasta después de la Resurrección y, sobre todo, después de Pentecostés, cuando bajo la acción del Espíritu Santo pudieron llegar a comprender quién era Jesús en realidad.
11. En la Última Cena Jesús les habló largamente del Espíritu Santo y les hizo ver que era una verdadera persona. Igual que el Padre y que el Hijo. Una persona que iba a permanecer para siempre en medio de nosotros y que nos llevaría al conocimiento de las maravillas de Dios.
12. La experiencia de la realidad del Espíritu Santo la vivieron cada vez con más intensidad después de Pentecostés. El Libro de los Hechos de los Apóstoles nos va haciendo descubrir no solamente la acción del Espíritu Santo, sino también que es una verdadera persona y no simplemente una fuerza o una energía.
13. Vemos, pues, cómo Dios se fue manifestando a la humanidad progresivamente. Y se mostró primero como Padre, luego como Hijo y finalmente como Espíritu Santo.
14. Sin embargo, Jesús es muy claro al decirnos que no se trata de la existencia de tres dioses, sino de un único Dios en tres personas distintas, único e indivisible, porque estas tres Divinas Personas son inseparables. No es una suma de personas, sino una unidad. Donde está una de las personas están también las otras dos.
15. Este misterio de la Santísima Trinidad marca la totalidad de nuestra vida. De nuestra vida personal y de la vida de la Iglesia. Y, por supuesto, no se trata de que lleguemos a entender este misterio, porque nunca lo vamos a lograr por la misma limitación de nuestra mente humana. Pero sí podemos y debemos vivir lo que Dios mismo nos enseña al revelarnos el misterio de su vida íntima.
16. Todos nosotros hemos sido bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad. Ser bautizados significa que nos hemos sumergido en este misterio y que participamos de la misma vida de Dios. Por lo mismo, la Trinidad llena nuestra vida y nosotros tenemos que reflejar en nuestras obras este misterio de amor.
17. La Iglesia ha sido congregada por obra de la Trinidad y debe ser el reflejo de la Santísima Trinidad en el mundo. Y nos preguntamos: ¿De qué manera podemos reflejar este Santísimo misterio en nuestra vida? Viviendo la unidad en el amor.
18. Recordemos que la Trinidad es el misterio de tres personas distintas, pero que están tan íntimamente unidas por el amor que son un solo y mismo Dios. Por eso es que Dios cuando actúa en el mundo, actúa siempre como un solo Dios.
19. Las Tres Divinas Personas no actúan jamás separadas. En la Encarnación, por ejemplo, el Padre envía a su Hijo, que se encarna en el seno de la Santísima Virgen, por obra del Espíritu Santo.
20. En la misión evangelizadora del Hijo, es el Padre quien nos habla por medio de Él y el Espíritu Santo el que abre nuestros corazones para recibir la Palabra que el Hijo proclama.
21. En la Cruz es el Hijo, impulsado por el Espíritu Santo, que es amor, quien se ofrece en sacrificio al Padre por nosotros para alcanzarnos a todos la Salvación.
22. En el Bautismo, todos hemos recibido la vida del Padre, hemos sido redimidos por el Hijo y el Espíritu Santo nos va llevando de la mano para que alcancemos nuestra santificación.
23. Esta unidad de la Trinidad debe ser el modelo de la unidad que debe existir entre nosotros los cristianos. Somos personas distintas, pero hemos de vivir siempre unidos en el amor a imagen de la Trinidad.
24. Lo que hace que la Iglesia sea Iglesia es el vivir todos en comunión con Cristo y con todos los hermanos. La Iglesia, bien nos lo dice uno de los Prefacios de la Misa, es unificada por virtud y a imagen de la Trinidad para presentarse ante el mundo como Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo.
25. Esto nos hace comprender que el pecado más grande que podemos cometer nosotros los cristianos no es cualquiera de los que nosotros consideramos como «grandes pecados»: lujuria, asesinato, robos o cosas por el estilo. El mayor pecado que podemos cometer es romper la unidad en la Iglesia. Causar divisiones entre los hermanos.
26. Cuando nosotros rompemos la comunión en la Iglesia destruimos la imagen de la Trinidad y estorbamos la obra de la salvación de la humanidad.
27. Por eso es que hemos de esforzarnos por vivir siempre en la unidad. Debemos reforzar todo aquello que nos une y hemos de dejar a un lado todo aquello que nos divide.
28. La unidad solamente la podremos vivir a través de la Caridad, viviendo la unión que brota del amor. De la misma manera que la unidad de la Trinidad viene del amor que une al Padre y al Hijo que es el Espíritu Santo.
29. Vivamos la unidad y entonces podremos presentarnos ante el mundo como verdaderos testigos de Cristo. Esto nos hace comprender aquellas palabras de Jesús en la Última Cena: « que ellos también sean uno en nosotros, oh Padre, para que el mundo crea que tú me has enviado. »
30. Alegrémonos en esta Solemnidad de la Santísima Trinidad y pidamos a Dios Uno y Trino, que conceda a su Iglesia el don de la unidad para que verdaderamente seamos testigos de la vida nueva ante un mundo dividido y enfrentado.
31. Que la Sagrada Comunión con el Cuerpo de Cristo que vamos a recibir nos una cada vez más íntimamente con el Padre y el Espíritu Santo y así formemos un solo cuerpo todos los que participamos del mismo Pan de la Eucaristía.
Oración de los fieles
Sacerdote: Asistidos por el Espíritu Santo y por mediación de Jesucristo, presentemos ahora al Padre nuestras intenciones y necesidades.
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Sacerdote: Padre, escucha con bondad estas súplicas que el Espíritu nos ha inspirado y que te hemos presentado por tu Hijo Jesucristo Señor nuestro, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen.
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