Reflexiones por Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
LA GRATITUD DEL PERDONADO
Lc 7,36-8,3
“Tus pecados están perdonados”.
Destaca en este relato la gratitud y la alegría por el perdón. Todos los gestos de esta mujer muestran que a Jesús le debe todo: “sus muchos pecados están perdonados”. El gozo la inunda. Y la gratitud también. Sus lágrimas no son de arrepentimiento, sino de alegría, de gozo agradecido. Su amor a Jesús es respuesta de quien se sabe amada generosamente, gratuitamente; es respuesta a aquel que la amó primero (cf. 1Jn 4,19).
“Tu fe te ha salvado”.
Como buen discípulo de Pablo, Lucas sabe bien que sólo Jesús salva, y que esta salvación se acoge por la fe. Esta mujer se sabe sin méritos propios. No se ha salvado ella: ha sido salvada. Ella ha creído en Jesús, se ha fiado de él; y Jesús ha volcado sobre ella todo su poder salvífico convirtiéndola en una mujer nueva.
“Has juzgado rectamente”.
Todo esto es lo que muestra claramente la parábola que Jesús propone a Simón el fariseo. La parábola es de una lógica aplastante. Sin embargo, Simón no es capaz de sacar sus consecuencias en el plano religioso. El fariseo que todos llevamos dentro se rebela ante el hecho de recibir la salvación como don gratuito. Quisiéramos poder exhibir derechos ante Dios, quisiéramos no depender de Él totalmente. La gratitud y el gozo son los mejores signos de que hemos sido salvados. (FGD)
I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE EN TRADA Cfr. Sal 26, 7.9
Escucha, Señor, la voz de mi clamor: no me rechaces ni me abandones, Dios, mi salvador, porque tú eres mi refugio.
ACTO PENITENCIAL
· Tú eres misericordioso y compasivo. Señor, ten piedad.
· Tú cargaste con el pecado de todos. Cristo, ten piedad.
· Tú a todos nos perdonas. Señor, ten piedad.
SE DICE GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, fuerza de los que esperan en ti, escucha con bondad nuestras súplicas, ya que sin tu ayuda nada puede la fragilidad humana, y concédenos la gracia de cumplir tus mandamientos para agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II.-LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA 2 Sam 12, 7-10. 13
Lectura del segundo libro de Samuel.
El profeta Natán dijo a David: «Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo te ungí rey de Israel y te libré de las manos de Saúl; te entregué la casa de tu señor y puse a sus mujeres en tus brazos; te di la casa de Israel y de Judá, y por si esto fuera poco, añadiría otro tanto y aún más. ¿Por qué entonces has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? ¡Tú has matado al filo de la espada a Urías, el hitita! Has tomado por esposa a su mujer, y a él lo has hecho morir bajo la espada de los amonitas. Por eso, la espada nunca más se apartará de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita». David dijo a Natán: «¡He pecado contra el Señor!» Natán le respondió: «El Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás».
Palabra de Dios.
Comentario
Al apoderase de la mujer de Urías y hacer morir al “hitita” en el frente de batalla, David, comete una falta gravísima, y Natán es el encargado de denunciar este doble pecado del rey (adulterio y homicidio). Habiendo tomado conciencia de su pecado, David se arrepiente sinceramente de su pecado, y el Señor Dios le perdona gratuitamente. Asistimos verdaderamente al encuentro de dos seres libres: el Creador y su creatura.
SALMO Sal 31, 1-2. 5. 7. 11
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene en Mcuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez! R.
Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: «Confesaré mis faltas al Señor». ¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.
Tú eres mi refugio, Tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación. ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón! R.
SEGUNDA LECTURA Gál 2, 16. 19-21
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Como sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, hemos creído en Él, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley: en efecto, nadie será justificado en virtud de las obras de la Ley. Pero en virtud de la Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. Yo no anulo la gracia de Dios: si la justicia viene de la Ley, Cristo ha muerto inútilmente.
Palabra de Dios.
Comentario
El tema de la justificación por la fe en Cristo recorre la carta a los cristianos de Roma. Pero en su carta a los cristianos de Galacia, Pablo destaca el alcance justificante de la muerte de Cristo sobre la cruz. Al principio se trata sólo de establecer una coherencia entre el testimonio de las Escrituras y la muerte del Mesías. Pero Pablo irá mucho más lejos al ver la cruz como la fuente de nuestra justificación. Para Pablo “estar crucificado con Cristo” es haber rechazado todo legalismo que adormece para empeñarse, con toda libertad, en la aventura crucificante del amor.
ALELUYA 1Jn 4, 10
Aleluya. Dios nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Aleluya.
EVANGELIO Lc 7, 36 - 8, 3
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!» Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él. «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda.
¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: «Pienso que aquél a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco, demuestra poco amor». Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz». Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor.
O bien, más breve: Lucas 7, 36-50
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!» Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro», respondió él. «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: «Pienso que aquél a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco, demuestra poco amor». Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados». Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Palabra del Señor.
Comentario
El Maestro, en el marco de una comida, tiene un admirable encuentro con una pecadora pública. Todo fue dispuesto para no encontrar al Maestro, y menos aún una mujer de mala fama. En casa del fariseo, ha sido mal acogido, ya que el anfitrión tiene su opinión formada sobre él y no siente necesidad de ahondar en su conocimiento. Además la actitud del Maestro hacia la mujer resulta escandalosa, porque es contraria a la Ley. Y en este difícil contexto, el Maestro desvela lo que es un verdadero encuentro de amor y de perdón, que dispensa de las reglas de la pureza y discriminación impuestas por la ley. Pero, para estar en condiciones de encontrarse con el otro, cualquiera que sea, es necesario estar totalmente abierto y disponible a la iniciativa de Dios.
SE DICE EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
· Por la Iglesia a quien el Señor confió el poder de perdonar: para que lo siga brindando con misericordia. Oremos.
· Por los que en la sociedad tienen la función de juzgar: para que lo hagan con equilibrio y caridad. Oremos.
· Por los que no buscan el perdón, por los que desesperan de ser perdonados: para que experimenten el amor misericordioso de Dios. Oremos.
· Por nuestra comunidad parroquial: para que frecuente con fe, confianza y alegría el sacramento de la reconciliación. Oremos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que nos alimentas con estos dones, y nos renuevas con tu sacramento, concédenos que nunca nos falte el sustento para el alma y para el cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DOMINICAL DURANTE EL AÑO
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Cfr. Sal 26, 4
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida.
O bien: Cf. Jn 17, 11
Padre santo, cuida en tu nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros, dice el Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos Padre, que así como la comunión que hemos recibido es signo de la unión de los creyentes en ti, también se realice la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
Bendición
Canto final
Queridos amigos: Con la alegría de sabernos amados por un Dios bondadoso y compasivo, nos retiramos cantando.
REFLEXIÓN BÍBLICA
“Tus pecados te son perdonados”.
Lc 7, 36 - 8, 3
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. UN FARISEO INVITÓ A JESÚS A COMER CON ÉL
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él, esto es un miembro del pueblo judío, que se caracterizada por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos religiosos, también conocido hoy por nosotros como un hipócrita, especialmente en lo religioso o en lo moral, ellos eran enemigos del Señor, sin embargo este fariseo ha invitado a Jesús a su casa a cenar.
Todo el que invite a Jesús a su casa para estar junto a él, tiene la esperanza de que el Señor acceda, aún más, El quiere ser invitado por todos nosotros.
Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Seguramente por ser una invitado tan especial, este fariseo de nombre conocido, Simón, había invitado a mucho otros amigos, y Jesús se debe haber sentado a la mesa donde habrían otros comensales, y sumemos a esto la mujeres de la cocina y los sirvientes y otros que al enterarse de la presencia de Cristo fueron hasta allí.
2. SUPO QUE ESTARÍA JESÚS, Y CUAL FUE EL INTERÉS DE IR HASTA ALLÍ
Entonces una mujer, de la cual se dice que es una pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Como se enteró de esta cena, porque supo que estaría Jesús, y cual fue el interés de ir hasta allí y como entró a la casa del fariseo, no solo demuestra lo importante de la comida, es el invitado el que da el realce, dignidad y resplandor. Quizás, los vecinos se agruparon a la puerta para ver pasar y esperar ver entrar al invitado y en ese minuto ella pudo entrar a la casa, porque le hacia ilusión acercarse a Jesús.
Estamos frente a un hecho que hoy tendría una resonancia y divulgación tendenciosa, alguien podría decir, sobre la libertad de que entrara una pecadora o una prostituta a una comida, y más aún, se presenta con una frasco de perfume.
3. SE PUSO A LLORAR A SUS PIES, LUEGO COMENZÓ A BAÑARLOS CON SUS LÁGRIMAS
Y colocándose detrás de Jesús, se puso a llorar a sus pies, luego comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Esta actitud de esta mujer debe haber causado asombro no solo del fariseo anfitrión, también de lo invitados, que seguramente al verla se estaban escandalizando, y muy asombrado por el comportamiento tan respetuoso y amoroso de Jesús con la pecadora.
Seguramente la pecadora sentía la mirada quemante de los fariseos, pero esta se contrastaba con la sedante, amorosa y pacificadora mirada de Jesús.
4. SI ESTE HOMBRE FUERA PROFETA, SABRÍA QUIÉN ES LA MUJER
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Este hecho revela que el fariseo tenía bien identificada a la mujer, sabía que tipo de persona era. Pero lo más importante que se demuestra, es que todo hombre o mujer puede acercarse con confianza a Jesús, todo pecador es recibido por Cristo.
Al ver que Jesús se deja tocar por la mujer, ni el fariseo ni los comensales se atreven a criticarlo de viva voz; el fariseo lo piensa por dentro, no reconociendo a Jesús como profeta, sino solamente como maestro
5. ¿CUÁL DE LOS DOS LO AMARÁ MÁS?
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro", respondió él. "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquél a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Jesús le llama Simón, por su nombre, pero a la pecadora pasa a ser “cierta mujer”, sin nombre, pero reconocida en el pueblo como pecadora. Pero dejemos en claro que no necesariamente ha de ser prostituta, pues bastaba con ser esposa de un recaudador de impuestos para ser designada como tal, también esta mujer pudo entrar en al comedor, porque era costumbre que los no invitados pudieran hacerlo para mirar, lo que llama la atención que entrase en casa de un fariseo, eso significaría que este no fuese de los más estrictos e intransigentes que rechazaban todo trato con la gente pecadora.
6. ENTRÉ EN TU CASA Y TÚ NO DERRAMASTE AGUA SOBRE MIS PIES
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer?". Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Si Simón no le dio agua para los pies, ella se los riega con lágrimas y se los seca con sus cabellos. Si Simón no le mostró su amistad besándolo, ella le besa los pies sin parar; si Simón no le ha echado ungüento en la cabeza, ella le unge los pies con perfume, símbolo del amor. La “pecadora” sabe con quién está; tal vez Simón no se ha dado cuenta; para éste, Jesús es sólo un maestro, de dudoso comportamiento, pero no un profeta, capaz de dar vida.
7. "TU FE TE HA SALVADO, VETE EN PAZ".
El Señor, se bebe haber enternecido, ¿como no conmoverse frente a un llanto de amor?, entonces Jesús le dice: Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Nos damos cuenta como Jesús esta con todos los rechazados de esta sociedad, y aprendemos también todo lo que se puede lograr con el amor, el amor salva, libera, el amor a Jesús eleva, y el amor de Jesús, purifica de todas las manchas, un amor que perdona todas las culpas y lo pecados y borra todas las faltas, es el amor de Dios.
8. NO DEBEMOS AVERGONZARNOS DE LLORAR NUESTROS PECADOS
Este Evangelio nos enseña que no debemos avergonzarnos de llorar nuestros pecados y nuestras faltas, nos hace ver que no debemos tener inconveniente en arrepentirnos, y que podemos acercarnos como pecadores con toda confianza a Jesús.
La pecadora debe haber clavado su mirada en Jesús, implorando su misericordia, reconociendo sus pecados, confiada totalmente en Jesús, y a esa mirada, Jesús responde con la suya, que esta llena de compasión y comprensión, respondiendo "Tus pecados te son perdonados"
Decía nuestro santo Padre Juan Pablo II, “No tengan miedo de mirarlo a EL”, Dios Jesús, nos esta esperando que le miremos para darnos su paz y amor.
"Acallado el entendimiento, mire que le mira" (Santa Teresa de Jesús, V 13, 22)
9. PROCLAMAR LA BUENA NOTICIA DEL REINO DE DIOS
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando acompañado de los doce grandes amigos, sus discípulos, y algunas mujeres, a saber, María Magdalena, Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes, todos a disposición del Señor, compartiendo su andar, caminando por lugares duros, áridos, compartiendo los sueños, las comidas, las alegrías y la penas, pero lo mas importante, llenos de amor solidario y de servicio.
Esta fue la misión de Jesús, proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios, recorriendo ciudades y pueblos, anunciado que le Padre Dios, quiere perdonarnos, y que el venia como nuestro salvador. El proclama la salvación con sus palabras, con cada una de sus acciones, con su ejemplo, con sus milagros, con el Evangelio.
Hoy es nuestra tarea, Jesús ha delegado en nosotros predicar la Buena Noticia, y el anuncio de la salvación, haciéndola en el nombre de Cristo, con nuestro ejemplo personal de vida, con un testimonio motivador, con nuestras actitudes aprendidas de sus enseñanzas, recordemos cuando Jesús despidió a sus apóstoles, “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y de Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo lo que yo he mandado (Mt 28,19)
Este es el grupo que acompaña a Jesús, mujeres que fueron perdonadas y ya no pueden vivir sin Jesús, hombres que fueron liberados del pecado y ahora se entregan a Jesús, se convierten en sus apóstoles, y recorren pueblo y aldeas.
Eso es lo que tenemos que hacer, servir al Señor, servirlo con todo, acompañarlo, a todo lugar, servirlo con todo nuestro talento, entregándole nuestro tiempo, sin importarnos cuanto es el esfuerzo y el cansancio.
Que Cristo Jesús viva en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
EL PERDÓN DE LOS PECADOS ES A LA VEZ INICIATIVA DEL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS
Los temas de la misericordia y del perdón divino vuelve el Evangelio, pero a una luz nueva, la de la salvación ya en acto. Dios no envía más, a los profetas impugnar a los pecadores; ha enviado a su Hijo para salvarlos y éste los va buscando por doquiera, en casas y en las calles. Ahí está Jesús en casa del Faríseo que le ha invitado a comer más con intención crítica que amistosa; y mientras está a la mesa, Simon se incomoda por el atrevimiento: “Si este fuera profeta, sabría que clase de mujer es la que le esta tocando” También él, como David —y con mucha menos razón se escandaliza de las acciones de los otros, sin ocurrírsele examinar las propias. Pero Jesús, como Natán, procura iluminar con un apólogo al fariseo. De dos deudores a los que les fue condonada una deuda, ¿cuál amará más? «Aquel a quien se le perdonó más (ib 43), responde Simón; y no se da cuenta de que, como en el caso de David, en su respuesta está su condenación. La mujer ha cometido muchos pecados, es cierto; pero se le perdonan por el gran amor demostrado en el gesto dé bañar con lágrimas los pies del Señor, secarlos con sus cabellos, besarlos y perfumarlos con un ungüento. Simón no ha cometido «muchos pecados., pero tiene el corazón cerrado al amor —«no me diste el beso... Nó ungiste mi cabeza con aceites— y abierto más bien a la crítica, pronto a escandalizarse. Si Simón reconociese su culpa —sobre todo la manía de sorprendér al Salvador en culpa— quedaría perdonado y la misericordia de Dios derramándose en él lo llenaría de amor.
El perdón de los pecados es a la vez iniciativa del amor misericordioso de Dios y respuesta del amor arrepentido del hombre. Cuanto más por motivo de amor sé arrepiente el hombre, tanto más abundante es el perdón de Dios, hasta borrar no sólo la culpa sino la pena. Jesús no impone una penitencia a la mujer pecadora; y eso no sólo porque el amor de ella es grande, sino porque él mismo la ha tomado sobre sí ofreciendo su vida por los pecados de los hombres. (P. Gabriel de Santa Magdalena ocd, Libro Intimidad Divina)
ORACION
Señor, te ofrezco mi pasado y lo confío a tu misericordia esperando ser perdonado sólo por tu bondad; no intentaré excusarme ni asegurarme del pasado presentándote algún mérito, alguna buena acción, reparación o resolución buena; tanto para el pasado como para el futuro me remito a tu misericordia.
Me pongo delante de ti, oh Dios santo, con el recuerdo doloroso de mi pecado y de la traición al amor, con la certeza de mi fragilidad e impotencia, pero confiado en tu amor maravilloso, nunca harto y que nunca me ha faltado. iTen piedad de mí! Desconfía de mí, estáte a mi lado, porque sabes lo reacio y caprichoso que soy apenas afloias a vigilancia. Sin embargo, Señor, no aprietes más allá de mis fuerzas, que son débiles hasta el ridículo; tómame como soy y como estoy hecho, para rehacerme a tu modo y ser así capaz de seguir tu voluntad.
Ni siquiera oso decirte que te quiero. Querría podértelo probar, pero mira que ya para eso necesito de ti: no puedo amarte sin que tú me ames. Oh Dios, crea en mi un corazón nuevo. Haz de mí un verdadero hijo, digno del Reino Y de la promesa un hijo sobre el que caiga tu sangre, en el que circule tu vida... Sé que no tengo fuerza... estáte siempre conmigo, trabaja conmigo, combate en mí. Señor, me ruborizo al ofrecerte mi amor contrito.
(P. LYONNET. Escritos espirituales).
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