Misa y reflexión
Columnas de la Iglesia
Celebramos, hoy, la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, las máximas columnas de la Iglesia. Pedro a quien Jesús constituyó fundamento de su Iglesia; y Pablo que cumplió la misión de llevar la fe cristiana a los más diversos pueblos no judíos, para que todos formaran un único pueblo de Dios, la Iglesia.
En esta festividad honramos al Santo Padre, el Papa, sucesor de Pedro, quien tiene la difícil misión de velar por todo el pueblo de Dios. Como ambos apóstoles —Pedro y Pablo— sufrieron el martirio en Roma, los ornamentos del sacerdote son de color rojo.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Estos son los hombres que, mientras estuvieron en la tierra, plantaron la Iglesia con su sangre: bebieron el cáliz del Señor y llegaron a ser amigos de Dios.
ACTO PENITENCIAL
Tú que perdonaste a Pedro cuando renegó de ti. Señor, ten piedad.
Tú que convertiste a Pablo en apóstol tuyo. Cristo, ten piedad.
Tú que por la sucesión apostólica, nos aseguras el perdón de los pecados. Señor ten piedad.
Se dice Gloria a Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios, que otorgaste a este día una santa y venerable alegría por la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo; concede a tu Iglesia que siga en todo las enseñanzas de aquellos por quienes comenzó la propagación de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA Hech 12, 1-11
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de “los panes ácimos”. Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él. La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Entonces las cadenas se le cayeron de las manos. El ángel le dijo: “Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias”, y Pedro lo hizo. Después le dijo: “Cúbrete con el manto y sígueme”. Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del ángel, sino que creía tener una visión. Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el ángel se alejó de él. Pedro, volviendo en sí, dijo: “Ahora sé que realmente el Señor envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío”.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Luego del martirio de Santiago, Pedro, encarcelado y custodiado con medidas de máxima seguridad, es liberado por el ángel del Señor para devolverlo a la comunidad que ha orado fervientemente por él. Los signos de su liberación, que se da durante la Pascua judía, evocan la resurrección de Jesús hasta el momento del anuncio de los prodigios de Dios que se dan entre sus elegidos.
SALMO Sal 33, 2-9
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su nombre todos juntos. Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El ángel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian! R.
COMENTARIO
Frente a la acción obrada por Dios, el salmo nos invita a bendecir y alabar al Señor.
SEGUNDA LECTURA 2Tim 4, 6-8. 17-18
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida seaproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Con un lenguaje propio de la época y de las competiciones olímpicas famosas en el mundo helénico, el apóstol se despide de Timoteo y la comunidad, motivándolos a seguir en la competencia donde el Señor “justo juez” dará a cada uno la corona de triunfo en su reino celeste.
ALELUYA Mt 16, 18
Aleluya. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Aleluya.
EVANGELIO Mt 16, 13-19
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
El reconocimiento de Jesús hacia Pedro como hombre de fe, ubica a este humilde pescador de Galilea en un lugar importante de la primera comunidad. No está por encima de sus hermanos, sino al servicio de ellos, como fundamento de la comunidad, en las bases de la comunidad.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos: Ayúdanos a permanecer fieles a tu iglesia.
Por el Papa, vicario de Cristo, sucesor de Pedro: para que siempre tenga fuerza y alegría en su arduo servicio a la Iglesia. Oremos.
Por todas las iglesias cristianas: para que se logre el entendimiento sobre la función del Papa en la Iglesia. Oremos.
Por las iglesias perseguidas y martirizadas, en algunos países: para que permanezcan firmes en la confesión de la fe. Oremos.
Por nuestra Iglesia diocesana, presidida por un sucesor de los apóstoles: para que sea luz y esperanza de toda la sociedad. Oremos.
Por los que dedican su vida a la expansión del Evangelio en tierras de misión, para que vean en san Pablo un ejemplo a seguir. Oremos
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que la oración de tus apóstoles acompañe este sacrificio que ofrecemos en honor de tu nombre y nos haga agradables a ti al celebrarlo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
La doble misión de Pedro y Pablo en la Iglesia
V/. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú quieres que hoy los santos apóstoles Pedro y Pablo sean causa de nuestra alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo el insigne defensor para que fuera entendida rectamente. Aquel formó la primera Iglesia con el resto de Israel, éste fue el maestro y doctor de los paganos llamados a la fe.
De esta manera, congregando por diversos caminos a la única familia de Cristo, ambos igualmente venerables para el mundo, hoy son asociados por la única corona de gloria.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, diciendo sin cesar: Santo, santo, santo...
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 16, 16. 18
Pedro dijo a Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le respondió: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, renovados con este sacramento, concédenos la gracia de vivir de tal modo en tu Iglesia que, firmemente arraigados en tu amor y perseverando en la fracción del pan y en la enseñanza de los apóstoles, tengamos un solo corazón y una sola alma. Por Jesucristo nuestro Señor.
BENDICIÓN SOLEMNE
El Dios que los ha edificado a ustedes sobre el cimiento de los apóstoles, por la intercesión gloriosa de los santos apóstoles san Pedro y san Pablo, los llene de sus bendiciones.
R. Amén.
El que los ha enriquecido a ustedes con la palabra y el ejemplo de los apóstoles, les conceda su ayuda para que sean testigos de la verdad ante todo el mundo.
R. Amén.
Para que así obtengan la heredad del reino eterno por la intercesión de los apóstoles, por cuya palabra se mantienen firmes en la fe.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.
R. Amén.
REFLEXIÓN BÍBLICA
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Mt 16, 13-19
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. “¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?”
Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?
Es en este lugar de Cesárea de Filipo, es el momento cuando Jesús, dirigiéndose a los discípulos, les hace abiertamente esta pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo? Jesús no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que pensaba la gente de El lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular. ¿Por qué les pregunta primeramente a ellos lo que piensan de El las gentes?
2. JESÚS, PARA UNOS, ERA JUAN BAUTISTA,
El contacto de los apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y milagros de Jesús les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto. Las que recogieron eran éstas: Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda resucitado, como sostenía el mismo Antipas. Pues esta opinión había cobrado cuerpo entre el pueblo, ya que Lc mismo dice que Antipas estaba preocupado con la presencia de Jesús, puesto que algunos decían que era Juan, que había resucitado de entre los muertos (Lc 9:7).
3. OTROS, QUE ELÍAS; OTROS, QUE JEREMÍAS
Para otros, Jesús era Elías. Lc recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús era, para diversos grupos, Elías, que había aparecido (Lc 9:8). Según la estimación popular, Elías no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al Mesías 12.
Otros piensan que fuese Jeremías (Mt). El profeta Jeremías era considerado como uno de los grandes protectores del pueblo judío, sobre todo por influjo del libro II de los Macabeos (2:1-12). Pero no pasaba por un precursor del Mesías. Mateo ya hizo referencia a él (2:17). Acaso se lo cita por el simple prestigio que tenía en el judaísmo, y del que se podrían esperar cosas extraordinarias.
Por último, sin saber a ciencia cierta quién sea, para muchos era algún profeta de los antiguos, que ha resucitado (Lc). Era el poder milagroso de Jesús el que los hacía creer en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14).
4. ¿QUIÉN DICEN QUE SOY?
No deja de extrañar el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes, el que El fuese o pudiese ser el Mesías.
Así fue como ellos le respondieron: Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas. Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?
Por eso, después de oír lo que las gentes pensaban de El, se dirige a los apóstoles para preguntarles abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su contacto de dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de sus milagros. Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesús tenía un conocimiento de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba impaciente la respuesta de sus apóstoles.
5. TÚ ERES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS VIVO
Los tres sinópticos no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen la respuesta que le dirigió Pedro. Todos los detalles se acumulan en la narración de Mateo para indicar no sólo la precisión que interesa destacar, sino con ella acusar la solemnidad del momento y la trascendencia del acto.
Mientras Mc-Lc presentan sin más a Pedro, Mateo lo precisa ya de antemano como Simón Pedro. En efecto, Pedro tenía por nombre Simón (Mateo 4:18 y par.). En Juan se lee que Jesús, al ver por vez primera a Simón, le anunció que será llamado Pedro (Jn 1:42). Ya desde un principio, Jesús puso en Simón la elección para Pedro, para ser piedra El conservar aquí los dos nombres es sumamente oportuno.
La confesión de Simón Pedro es expresada así: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Aquí se confiesa por Pedro la mesianidad y la divinidad de Jesús. Al decir que es el Mesías, indica su relación supereminente de autoridad con Dios — el Padre — que lo envía.
6. FELIZ DE TI, SIMÓN, HIJO DE JUAN
Pedro, desde su primer encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la amistad no disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o compañía, es así como Pedro sabe quien es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
Y Jesús le dijo: Feliz de ti, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
La respuesta de Jesús tiene dos partes bien marcadas: la primera es una felicitación a Pedro por la revelación tenida. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta confesión no se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser humano. Tal era la grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su Padre celestial. Se trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio que no podía, sin revelación, ser alcanzado por la carne y sangre — el hombre — Entonces, este conocimiento no es por su capacidad humana, es un don de Dios. En efecto, Pedro alcanzó este conocimiento por la fe.
7. TÚ ERES PEDRO, Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA
Jesús, volviéndose a Simón, le dice: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y Jesús lo eligió como la roca para construir sobre ella su Iglesia y le confirió los poderes para llevar a la salvación a todos los hombres. Pedro es la roca, en el sentido de que la fe y los creyentes no pueden tener otra fe que la de los apóstoles y profetas, que son los que enseñan esa verdad, que está construida sobre la piedra angular de Jesús, y así es, como luego dice; y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Es decir, no podrá vencer a la Iglesia, pues ésta está firme y estable, porque está construida sobre la roca firme, que es Jesús.
8. YO TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS
Dice Jesús: Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo. La promesa es que ese atar y desatar sobre la tierra tendrá su automática ratificación en el cielo. Todo lo relacionado con esta misión — cuanto permita o prohíba en el reino, todo eso será también ratificado en el cielo. Y eso garantizado por Jesús.
Así, Pedro como Mayordomo de la Casa de Dios, ha recibido el poder para admitir o excluir, según el Evangelio y de administrar la comunidad, en Pedro recaerán las responsabilidades de la doctrina y de la moral, el podrá decidir lo que es bueno y licito para su Iglesia y sus miembros, sentencia que será ratificada Por Dios en lo alto de los cielos.
Así, como Pedro en épocas de la Iglesia naciente, hoy el Papa, su sucesor, es el encargado de animar la fe en nuestra comunidad creyente, el es en nombre de Jesucristo Pastor y guía de la Iglesia.
9. ACOGER AL SUCESOR DE PEDRO
Como Pedro en los orígenes y ahora le ha correspondido a Benedicto XVI fundamento visible de la unidad y de la caridad de la Iglesia.
A través del Evangelio, podemos comprender como Jesucristo, nos invita a acoger al sucesor de Pedro, y a mirarlo con los ojos de la fe.
Este es un día especial, para rezar por el Papa y es una buena ocasión para apoyar su inmensa obra a favor de la comunidad cristiana y de toda la humanidad. Dios le Bendiga
La Paz de Cristo
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
PARA LA LECTIO DIVINA
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Jesús le pregunta a sus amigos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?, Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esta confesión ya la habían realizado los discípulos cuando los vieron caminar sobre las aguas “Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. (Mt 14,33). Ahora nos corresponde pronunciarnos, desde lo mas escondido, ¿Quién decimos nosotros quien es Jesús y que es Jesús para nosotros?, Talvez igual como le dijo en una ocasión Marta: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo. (Jn 11,27)
¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan!
Porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos!. Antes ya Jesús les había dicho: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. (Mt 11,25). ¿Y quien es Pedro?. Un hombre simple, de trabajos sencillo, uno de esos pequeños al cual el Padre le ha revelado sus misterios. Pedro no era un sabio teólogo, no era un doctor o un maestro, sin embargo el pudo sentir quien era Jesús, don que le entrego el Padre. Dice el Señor: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. (Mt 11, 27). Este don que Dios le entregó a Pedro, es el que quisiéramos tener. También estamos llamados a conocer bien a Jesús, para que nos revele sus misterios.
Yo te daré las llaves del Reino de los cielos
Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Esto es todo los que se reconcilie en la tierra, llegará reconciliado al Cielo. Este es nuestro gran trabajo aquí en la tierra, dejarnos reconciliar con Dios, como también es la gran tarea para a los que se les ha encomendado la ayuda en la reconciliación. Quiero preguntarme: ¿Qué hay de mi reconciliación con mi Padre?
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