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domingo, 11 de julio de 2010

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C.


Misa y reflexiones


Entrañas de misericordia
Lc 10,25-37
“Dio un rodeo y pasó de largo”.
Hay tantas formas de pasar de largo... Y lo peor es cuando además las enmascaramos con justificaciones “razonables”: “No tengo tiempo”, “los pobres engañan”, “ya he hecho todo lo que podía...” O peor aún: “hoy día ya no hay pobres”. Es exactamente dar un rodeo – aunque sea muy elegante – y pasar de largo. Lo que hicieron el sacerdote y el levita. Y, sin embargo, el pobre es Cristo, que nos espera ahí, que nos sale al encuentro bajo el ropaje del mendigo: “tuve hambre... Estuve enfermo... Estuve en la cárcel”.
“Se compadeció de él”.
Este es el secreto. El verdadero cristiano tiene entrañas de misericordia. No sólo ayuda: se compadece, se duele del mal del otro, sufre con él, comparte su suerte... Y porque tiene entrañas de misericordia llega hasta el final; no se conforma con los “primeros auxilios”. Y porque tiene entrañas de misericordia lo toma a su cargo, como cosa propia; y eso que era un desconocido, un extranjero –incluso de un país enemigo, pues “los judíos no se trataban con los samaritanos”–. “Señor, danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana”.
El buen samaritano es Cristo.
Es él quien “siente compasión, pues andaban como ovejas sin pastor” (Mt 9,36). Es él quien no sólo nos ha encontrado “medio muertos”, sino completamente “muertos por nuestros pecados” (Ef 2,1). Es él quien se nos ha acercado y nos ha vendado las heridas derramando sobre nosotros el vino de su sangre. Es él quien nos ha liberado de las manos de los bandidos... ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?: “Anda, haz tú lo mismo”. (FGD)


I.-RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE EN TRADA Cfr. Sal 16, 15
Por tu justicia, yo contemplaré tu rostro, y al despertar me saciaré de tu presencia.
ACTO PENITENCIAL
SE DICE GLORIA A DIOS
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que iluminas a los extraviados con la luz de tu verdad, para que puedan volver al buen camino; danos, a quienes hacemos profesión de cristianos, la gracia de rechazar todo lo que se opone a este nombre y comprometernos con todas sus exigencias. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II.-LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Deut 30, 9-14
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo, diciendo: El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo.
Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres. Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.
Palabra de Dios.
Comentario
Tras la caída del reino del sur, la destrucción del Templo y de Jerusalén y la deportación del pueblo a Babilonia, este texto intenta animar al pueblo de Israel y ayudarle a tomar conciencia sobre el momento histórico que está viviendo, y que viene como justo castigo por haberse alejado del Señor.
SALMO Sal 68, 14. 17. 30-31. 36-37
R. Busquen al Señor, y vivirán.
Mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable: respóndeme, Dios mío, por tu gran amor, sálvame, por tu fidelidad. R.
Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí; Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias. R.
Porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su Nombre morarán en ella. R.
O bien: Sal 18, 8-11
R. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.
Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.
Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.
SEGUNDA LECTURA Col 1, 15-20
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él.
Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud. Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.
Comentario
Pablo presenta a las comunidades de entonces un nuevo himno que tiene como centro la persona de Cristo, Creador y Salvador, centro y clave del universo y de la historia humana. “La sangre de la cruz” resume toda la vida de Jesús, entregada para el perdón de los pecados, culmina con su muerte y resurrección.
ALELUYA Cfr. Jn 6, 63. 68
Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; Tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO Lc 10, 25-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. “Has respondido exactamente, –le dijo Jesús–; obra así y alcanzarás la vida”. Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. “El que tuvo compasión de él”, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve, y procede tú de la misma manera”.
Palabra del Señor.
Comentario
“¿Quién es mi prójimo?” preguntó el doctor de la Ley. La respuesta de Jesús vigente y actual presenta a un samaritano que actúa movido por el amor, la compasión, la generosidad, el desinterés y sobre todo, la misericordia; ante un hecho similar queda solo una acción más: “Ve y haz tu lo mismo”.
SE DICE EL CREDO
ORACION DE LOS FIELES
III.- LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, mira con bondad los dones de tu Iglesia en oración y concede que, al recibirlos, se acreciente la santidad de los creyentes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DOMINICAL DURANTE EL AÑO
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones: junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar.
O bien: Cfr. Jn 6, 56
Dice el Señor: el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Padre, que por la celebración frecuente de este misterio crezca en nosotros el fruto de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
Bendición
Canto final
 REFLEXIÓN BÍBLICA
 
“y a tu prójimo como a ti mismo”
San Lucas 10, 25-37:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.     "MAESTRO, ¿QUÉ TENGO QUE HACER PARA HEREDAR LA VIDA ETERNA?"
Ciertos doctores de la ley, no perdían la oportunidad de buscar formas para ver si podían hacer entrar en contradicción a Jesús con la ley, hacían eso que hoy llamaríamos “hacer pisar el palo”, o hacer caer en la trampa a Jesús. Esto lo hacían porque acusaban al Señor de predicar que la ley de Moisés era inútil, y lo que más les incomodaba, era que al mismo tiempo enseñaba nuevas doctrinas.
Así fue como uno de estos doctores de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?"
2.     SABEN DE ELLA POR LA LETRA, PERO QUE IGNORAN EL ESPÍRITU
Lo que este doctor de la ley busca con la pregunta, es seducir a Jesús para que hablase algo en contra de la ley de Moisés, y además se presenta tentándole, llamándole maestro, pero al Señor, por mucho que lo llamen así, no es posible ser engañado.
Jesús acostumbraba a hablar de la vida eterna a todos los que venían a El, por eso el doctor de la ley se sirvió de sus propias palabras y piensa que así lo tentara, seguramente estaba convencido que actuaba con astucia y que no sería descubierto por pasarse de listo. El Señor sabe que este tipo de doctor de la ley no oye otra cosa que lo que Moisés había enseñado y que además era uno de aquellos que creían conocer la ley, pero saben de ella por la letra, pero que ignoran el espíritu, tal como lo que el texto mismo de la ley les prueba y que la ignoran, ley que les anunció desde el principio al Padre, al Hijo y el misterio de la encarnación del Señor.
3.     "HAS RESPONDIDO EXACTAMENTE, LE DIJO JESÚS; OBRA ASÍ Y ALCANZARÁS LA VIDA".
Entonces Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"
Este doctor de la ley le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
En otra palabras Jesús le ha dicho con esta respuesta, conoces bien lo que debes hacer para salvarte. Pero nos basta con conocerlo en teoría para llegar a la salvación, es preciso vivir lo que se conoce para llegar a ella.
4.     "¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?"
La soberbia de los jactanciosos, los motiva siempre a buscar la justificación de los que hacen o dicen, por eso este doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo una nueva pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?"
Como respuesta, Jesús nos pone una bellísima parábola, que se ha convertido en una narración que es ya “clásica” en todos nosotros, la del buen Samaritano. Esta parábola, nos invita a darnos ese precepto de amar a nuestro prójimo y, lo más prójimo o próximo que tenemos, esta en nosotros mismos, nuestro corazón, morada preferida del Señor, allí donde el amor se expresa más intensamente.
5.     JESÚS NOS ENSEÑA QUIEN ES NUESTRO PRÓJIMO
Las relaciones de los judíos con lo samaritanos no era buenas ni cordiales, existían antiguos odios entre ellos, de tiempos muy remotos. Sucedió que cuando los judíos regresaban del destierro de Babilonia, estos no aceptaron la ayuda de los samaritanos, cuando se dispusieron a la reconstrucción del Templo de Jerusalén, porque lo consideraban algo idólatras, entonces se creo la división, a tal punto que cuando viajaban a Galilea, donde era necesario pasar por Samaria, evitaban todo contacto con ellos.
Jesús, mostrándonos al samaritano que se inclina el pobre judío, herido y abandonado a la orilla del camino y cuidándolo como hermano, nos enseña quien es nuestro prójimo, que no son solo nuestros parientes, ni nuestro amigos, sino que todo hombre, sin pensar en su nacionalidad, raza, color, etnia, condición económica o social, por tanto nuestra caridad es con todo los hijos de Dios, esto es sin ninguna exclusión.
6.     JESÚS, QUIERE QUE NOS AMEMOS DE CORAZÓN
Jesús, quiere que nos amemos de corazón y cuando decimos con todo el corazón, es con todo lo nuestro, sin reservas, con todo tipo de sacrificios, con todo lo que nos hace vivir. También el Señor quiere que lo hagamos con el alma y, cuando decimos con toda el alma, es con toda la sensibilidad del amor divino, y cuando dice con todas tus fuerzas es ardientemente y no con tibieza, y añadimos para que no falte nada, con todo nuestro entendimiento, con toda nuestra mente, con la inteligencia y la reflexión
Pero el amor divino no se aprende. En efecto, no aprendemos de otro a amar la vida, ni amar a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho menos podemos aprender las reglas del amor divino. Hay que hacer una vida para Dios. Hay en nosotros cierto sentimiento íntimo que nos inclina a amar a Dios. Todo el que obedece este sentimiento y practica la doctrina de los divinos preceptos, llega a la perfección de la divina gracia. Así entonces, amamos naturalmente el bien; amamos también a nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los hombres de bien, todo nuestro afecto.
7.     AMAR A LOS PARIENTES Y AMIGOS Y TODO AQUEL QUE ES HIJO DE DIOS.
Así es, como Dios es bueno, y todos deseamos lo bueno y lo que se perfecciona por nuestra voluntad reside naturalmente en nosotros. A El, aunque no le conozcamos, aunque no le veamos, por su bondad y porque procedemos de El, tenemos obligación de amarle sobre todo y por encima de todo, este es nuestro principio. Es también mayor bien de todos los que se aman naturalmente. El primero y principal mandamiento es, por consiguiente, el del amor a Dios. El segundo, que completa al primero y es completado por El, nos manda amar al prójimo. Por eso decimos "Y a tu prójimo como a ti mismo".
En la oración permanente, en el contacto intimo y personal con Dios, recibiremos las fuerzas necesarias para cumplir este precepto de amor. Nada hay tan conforme con nuestra naturaleza como el amar a los demás, comunicarse con los demás, favorecerse mutuamente y amar a los parientes y amigos y todo aquel que es hijo de Dios.
La paz del Señor sea en su alma
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

PARA LA LECTIO DIVINA
LA  OBSERVANCIA  DE  LOS MANDAMIENTOS, EN PARTICULAR EL DE LA CARIDAD, Y LA VIDA.
La primera lectura está  armonizada con  la del  evangelio:   en  ambas  podemos  recoger  dos  mensajes para profundizar en ellos  y actualizarlos. El primero es el de la proximidad. El texto  del Deuteronomio afirma que  la Palabra de Dios  se ha  hecho próxima, se ha  hecho  accesible  y practicable. El mandamiento de amar al prójimo   está   cerca  del  corazón  del  hombre;  de  hecho,  lo comprende y lo pone en práctica hasta un  samaritano, aunque no  reconozca más  que  una  parte de la Escritura   (el  Pentateuco)  y  sea   considerado  por   los  judíos como alguien medio pagano, mientras que,  de manera extraña,  en   la  observancia  de   este   mandamiento   se muestra inseguro el maestro de la Ley y fallan del todo el sacerdote y el levita,   que  anteponen la  pureza  legal (cf   Lv 22,4-7)  a la  ayuda a una  persona. Por  otra parte,  la  parábola del  buen samaritano  da  la  vuelta  a  la idea  de prójimo: no  se trata de  alguien que  se acerca a ti,  sino  de  que  tu debes acercarte al necesitado. El momento de  tomar la  iniciativa no  depende del  carnet de identidad  del  otro,   sino   de  tu  capacidad  de  compasión.  El principio de la proximidad no está  fuera,  sino dentro  de  nosotros.  Las  ocasiones  de  actualizarlo  se nos  presentan de  continuo.
Un  segundo  mensaje  que   se  desprende  de  las   dos lecturas  está   en   el  nexo   entre  la  observancia  de  los mandamientos, en particular el de la caridad, y la vida.
En el fragmento del Deuteronomio, la vida  es la de este mundo, sostenida por  la abundancia de los bienes materiales,  en los que se reconoce de modo concreto la bendición de  Dios.  En  cambio, en  el evangelio la  pregunta  versa   sobre la  vida  eterna, una   vida  cualificada por  la  comunión con  Dios,  antes que  por  su  duración perenne. En  ambos casos,  el camino de la vida  pasa  por la observancia del  doble mandamiento  de amar a Dios y al prójimo.   Si en  otro  lugar se dice  que  la  vida  nace del amor que  recibimos, aquí  se afirma que  la vida  se desarrolla en virtud del amor que somos capaces de dar. Quien quiera plenitud de la vida, sabe ahora como alcanzarla y puede examinarse sobre su camino si ha seguido los pasos del buen samaritano o del sacerdote y levita.
ORACION
Proyectando la  luz  de  estos   mensajes sobre   nuestra vida,  podemos  ver  las  realizaciones  positivas,  las  ocasiones  en  las  que  nos  hemos hecho prójimos y otras en las  que  tal  vez han  prevalecido en nosotros el cierre, la discriminación,  el  miedo  a  ser  molestados  por   aquel que  con  distintas necesidades esperaba nuestra  ayuda. Demos  gracias al Señor por el bien  que  hayamos hecho y pidámosle perdón por  las  omisiones.  Invoquemos  al Espíritu  Santo, que  da la  vida y es  fuente del  amor, para  que  abra nuestros ojos  y nos  demos cuenta de los necesitados, para  que   nos   inspire  las  iniciativas  adecuadas y dé fuerza de amor a nuestro  corazón para  llevarlas   a  cabo.   Y,  sobre   todo,   elevemos una   oración  de alabanza al Señor,  que  nos  ha  revelado el camino de la vida  y ha  suscitado en  la  historia de  la  Iglesia  todo  un ejército de  santos y santas que  han   seguido el ejemplo del buen samaritano.

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