Con gran alegría en el Señor, celebramos todos la solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de Chile, en la que se alegran también los Ángeles, alabando al Hijo de Dios.
Se dice Gloria
ORACION COLECTA
Dios omnipotente, estos hijos tuyos nos alegramos de tener como Protectora a la Santísima Virgen del Carmen, Madre y Reina de esta Patria nuestra.
Concédenos, por su materna intercesión; la concordia y la justicia, y sus frutos de verdadera paz y prosperidad.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA 1Rey 18, 1-2. 41-46
Lectura del primer libro de los Reyes.
Al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, en estos términos: “Ve a presentarte a Ajab, y yo enviaré lluvia a la superficie del suelo”. Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab y le dijo: “Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”. Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: “Sube y mira hacia el mar”. Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a hacerlo siete veces”. La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”.
Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”. El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel.
Palabra de Dios.
COMENTARIO
Dios demuestra en este hecho que es dueño absoluto del universo: controla las leyes naturales, da lluvias benéficas y las restringe cuando cree oportuno, en calidad de aviso cuando los habitantes de Israel no se comportan de acuerdo a lo estipulado en la alianza.
SALMO Sal 129, 1-8
R. En el Señor se encuentra la misericordia
Desde lo más profundo te invoco, Señor. Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.
Como el centinela espera la aurora, espere Israel al Señor, porque en él se encuentra la misericordia y la redención en abundancia: él redimirá a Israel de todos sus pecados. R.
SEGUNDA LECTURA Gál 4, 4-7
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.
Palabra de Dios
COMENTARIO
El Apóstol exhorta a los gálatas a ser conscientes de la gran dignidad con que han sido bendecidos, de modo que ya no son esclavos de los poderes que dominan este mundo, sino herederos por voluntad de Dios.
ALELUYA Lc 1, 42
Aleluya. ¡Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Aleluya.
EVANGELIO Jn 19, 25-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
COMENTARIO
Es la segunda vez que María, madre de Jesús aparece en este evangelio. Al llegar la hora de Jesús, llega también la hora de María. Por eso, se hace presente junto a la cruz. Es ahí cuando se pone de relieve una peculiar y estrecha relación entre Jesús y su madre, más fuerte que la simple relación físico-generacional. El afecto y la relación maternal se centrará en aquéllos por quienes su Hijo está entregando su vida en la cruz. Y esta nueva dimensión de aquella mujer, se ilumina desde el discípulo a quien Jesús amaba. Desde ese momento, María, pasa a ser la madre de la Iglesia y de toda la humanidad redimida.
Se dice Credo
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los frutos de nuestra tierra y del trabajo de este pueblo que se acoge a la protección de la Madre de tu Hijo, la Virgen del Carmen; haz que la ofrenda de estos dones, por la intercesión de nuestra Protectora, nos una más y más en el ministerio de Cristo, tu Hijo y nuestro Redentor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA
VIRGEN MARÍA, II
LA IGLESIA ALABA A DIOS CON LAS PALABRAS DE MARÍA
V/. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Señor, y proclamar tus maravillas en la perfección de tus santos, y, sobre todo, ensalzar tu clemencia en esta conmemoración de la santísima Virgen María, con los mismos sentimientos de su bello canto.
Porque, en verdad, hiciste grandes bienes a todos los pueblos, y has manifestado tu misericordia de generación en generación, cuando, al mirar la humildad de tu esclava, nos diste por ella al autor de la salvación del mundo, Jesucristo, hijo tuyo y Señor nuestro.
Por él, los ángeles y los arcángeles te adoran eternamente, llenos de gozo en tu presencia; permítenos unirnos a sus voces, cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
ANTIFONA DE COMUNION
Santísima Virgen María, Reina del mundo, tú que diste a luz a Cristo, Señor y Salvador de todos, intercede por nuestra paz y nuestra salvación.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Hemos recibido, Señor, en esta celebración de la Virgen del Carmen, la Palabra y el Cuerpo de tu Hijo, concédenos, con estos auxilios y con la protección de María, alcanzar en la gloria de tu Reino la alegría de la perfecta unidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor..
REFLEXIÓN BÍBLICA
“Aquí tienes a tu madre”.
Jn 19, 25-27
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. LAS MUJERES ESTÁN JUNTO A LA CRUZ
En este relato de san Juan, nos narra que están presentes y de pie junto a la cruz de Cristo su madre acompañado de la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena.
No esta claro que la hermana de su madre sea hermana de padre y madre, el evangelista dice “la hermana de su madre”, considerando la expresión de uso semita, podría suceder que fuera algún familiar cercano o pariente, sería la madre de los hijos del Zebedeo, que en los evangelios de san Mateo 27:56-56 relata: Había allí, mirándolo desde lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle; entre ellas María Magdalena y María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos del Zebedeo. En el Evangelio de san Marcos 15:40-41 dice Había también unas mujeres que de lejos le miraban, entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, las cuales, cuando El estaba en Galilea, le seguían y le servían, y otras muchas que habían subido con El a Jerusalén.
Comprendemos que esta triste escena tiene lugar en las proximidades de la muerte de Cristo, ellas no podían hacer nada, pues el Señor crucificado estaba custodiado por los soldados, los que tenían miedo que lo desclavaran. Según san Mateo 27:36; sentados, hacían la guardia allí.
Ellas estuvieron todo el tiempo allí, como dice san Marcos, primero mirando desde lejos, luego como nos relata san Juan, de pie junto a la cruz, Cristo agonizaba.
2. “MUJER, HE AHÍ A TU HIJO”
Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo.
¿Que valor tiene esta expresión? Para nuestras enseñaza, Cristo desde lo alto de su cruz, ratifica por un don con mucho simbolismo y a su vez eficaz, la maternidad espiritual de María con relación a los hombres, como también en la persona del discípulo predilecto, en el que confiaba también a la Santísima Virgen. Es decir a partir de este momento y con estas palabras, Cristo proclama la maternidad espiritual de María sobre nosotros, todas las generaciones, lo mismo que en la persona de san Juan proclamaba la afiliación espiritual de éstos con respecto a María
En esta narración ni a María ni a Juan los llama por su nombre propio, sino por los de “Mujer,” “Madre” y “Discípulo.” Siempre ha extrañado el que Cristo llame a su Madre aquí “Mujer.” Hay diversas hipótesis sobre esto en los estudios mariológicos, entendido por el modo más sencillo el vocablo mujer, aplicado por Cristo a su madre, no expresaría, de suyo, más que una forma más deferente y solemne de tratarla. Es sinónimo de madre, pero dicho con más solemnidad, quizás la fórmula lógica sería: “Madre (Mujer), ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu Madre.”
María, a la hora en que Cristo pronunció estas palabras, comprendió el sentido de lo que en ellas se proclamaba y María será madre desde ese instante madre espiritual de Juan y todos los seres humanos.
Eva es nuestra madre natural ya que es el origen de nuestra vida natural; por tanto, María es nuestra madre espiritual ya que es el origen de nuestra vida espiritual. Una vez más, la maternidad espiritual de María se basa en el hecho de que Jesús es nuestro hermano, ya que es "el primogénito entre muchos hermanos" (Romanos 8:29). Ella se convirtió en nuestra madre desde el momento en que accedió a la Encarnación del Verbo, la Cabeza del cuerpo místico cuyos miembros somos nosotros; y ella selló su maternidad al consentir al sacrificio sangriento en la cruz que es la fuente de nuestra vida sobrenatural.
3. OPINION DE LOS PADRES DE LA IGLESIA
Orígenes, es el único que considera la maternidad de María sobre todos los creyentes en este sentido. Según él, Cristo vive en todos los que le siguen con perfección, y así como María es la Madre de Cristo, también es la madre de aquel en el que Cristo vive. Por ello, según Origenes, el hombre tiene un derecho indirecto a reclamar a María como su madre, en la medida en que se identifique con Jesús por la vida de la gracia.
San Ambrosio, dice: María, Madre del Señor, estaba ante la cruz de su Hijo. Nadie me enseñó esto, sino San Juan Evangelista. Otros describieron el trastorno del mundo en la pasión del Señor; el cielo cubierto de tinieblas, ocultándose el sol y el buen ladrón recibido en el Paraíso, después de su confesión piadosa. San Juan escribió lo que los otros se callaron, de cómo puesto en la cruz llamó Jesús a su Madre, y cómo considerado vencedor de la muerte, tributaba a su Madre los oficios de amor filial y daba el reino de los cielos. Pues si es piadoso perdonar al ladrón, mucho más lo es el homenaje de piedad con que con tanto afecto es honrada la Madre por el Hijo: "He aquí tu hijo". "He aquí a tu Madre". Cristo testaba desde la cruz y repartía entre su Madre y su discípulo los deberes de su cariño. Otorgaba el Señor, no sólo testamento público, sino también doméstico; y este testamento era refrendado por Juan. ¡Digno testimonio de tal testador! Rico testamento, no de dinero, sino de vida eterna; no escrito con tinta, sino con el espíritu de Dios vivo (2Cor 3) y pluma de lengua, que escribe velozmente (Sal 44,2).
Pero María se mostró a la altura de la dignidad que correspondía a la Madre de Cristo. Cuando huyeron los Apóstoles, estaba en pie ante la cruz, mirando las llagas de su Hijo, no como quien espera la muerte de su tesoro, sino la salvación del mundo. Y aun quizás porque conociendo la redención del mundo por la muerte de su Hijo, ella deseaba contribuir con algo a la redención universal, conformando su corazón con el del Salvador. Pero Jesús no necesitaba de auxiliadora para la redención de todos los que sin ayuda había conservado1. Por eso dice: "He sido hecho hombre sin auxiliador, libre entre los muertos" (Sal 87,5). Aceptó, en verdad, el afecto maternal, pero no buscó el auxilio ajeno. Imitad, madres piadosas, a ésta, que tan heroico ejemplo dio de amor maternal a su amantísimo Hijo único. Porque ni vosotras tendréis más cariñosos hijos, ni esperaba la Virgen el consuelo de poder tener otro.
San Juan Crisóstomo,, Y admira cómo el sexo débil de las mujeres, aparece aquí más varonil, firme junto a la cruz, cuando los discípulos huían. (in Ioannem, hom. 82.)
Habiendo estado presentes otras mujeres, no recuerda el Evangelista a otra sino a la Madre del Señor, dándonos a entender el respeto que debemos a las madres. Pues, así como no conviene que los parientes se enteren de las cosas espirituales, así también conviene darles conocimiento de ellas, prefiriéndola a los demás cuando no se hayan de oponer. Por eso dice: "Como viese Jesús a su Madre y al discípulo a quien amaba, dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo". (ut supra)
¡Con cuán alto honor honró al discípulo! Pero él se oculta con la moderación de su sabiduría; porque si hubiera querido vanagloriarse, hubiese expresado la causa por qué era amado, y es preciso convenir que el motivo era grande y admirable. Así es que Jesús nada más dijo a Juan, ni le consuela en su tristeza, porque no era el momento oportuno de hablar de consuelo. Pero no era poco distinguirle con tal honor, y como era conveniente procurar para su Madre, oprimida de dolor, alguno que le reemplazara (porque Jesús se iba), dejó este encargo al discípulo que amaba. Sigue: "Después dijo al discípulo: He ahí a tu madre". (ut supra)
San Agustín
Esta es, sin duda, aquella hora en la que, habiendo de convertir el agua en vino, había respondido Jesús a su Madre: "Mujer, ¿qué hay común entre ti y mí? aun no ha llegado mi hora" (Jn 2,4). En aquella ocasión en que debía empezar a obrar milagros, no la reconoció como Madre de su divinidad, no siéndolo mas que de su débil humanidad, pero ahora que ya padece en su humanidad, honra con sentimiento humano a aquella, de la que había sido hecho hombre. Esta es una instrucción y ejemplo que nos da el buen Maestro, para enseñarnos los oficios de piedad que los hijos deben a sus padres, y así convirtió en cátedra de maestro la cruz en que estaba clavado. (in Ioannem, tract., 119.)
“Como proveía a su Madre, en cierto modo, de otro hijo por el que la dejaba, manifestó el motivo en las siguientes palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la recibió como suya". ¿Pero en qué recibió Juan como suya a la Madre del Señor? ¿Acaso no era de los que habían dicho a Jesús: "He aquí que nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido" (Mt 19,27)? La recibió, no por sus propiedades (pues nada tenía propio), sino en los cuidados que solícito la había de dispensar”.( ut supra.)
María Santísima vivan en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
(Fuentes Padres de la Iglesia: Catena Aurea
PARA LA LECTIO DIVINA
SANTA MARIA DEL MONTE CARMELO
La búsqueda de la sabiduría, la escucha de la Palabra y el cumplimiento de la voluntad de Dios son temas que iluminan el sentido más verdadero de la devoción a la Virgen del Carmelo, según la más pura y genuina tradición de la orden.
Antes incluso de ser Santa María del Monte Carmelo para el pueblo fiel, o sea, la imagen familiar que presenta el escapulario a las almas del purgatorio para llevarlas al cielo, María es, en la espiritualidad del Carmelo, la custodia de la Palabra, la Virgen del silencio y de la oración, la Madre de la contemplación y de la vida mística. Es la que lleva a los fieles, como guía sabia, por los senderos de la santa montaña, conduciéndolos hasta la cumbre que es Cristo. Como Madre espiritual, engendra a sus hijos a la vida de gracia en la Iglesia, pero los acompaña asimismo con el ejemplo y la intercesión, y con una delicadeza absolutamente materna, en cada etapa de la vida espiritual, a través de las noches oscuras y los días luminosos de la vida. Y, siempre en la línea del Evangelio, marca más profundamente, en aquellos que se dejan plasmar por su presencia y acción materna, una santidad completamente mariana, interior en la contemplación, generosa en el servicio.
María, sede de la sabiduría, nos conduce a Cristo, sabiduría viva, y forma discípulos y discípulas de la divina sabiduría. María, discípula del Señor, reúne y forma discípulos y discípulas de la divina Palabra, nueva savia vital que nos hace, con y como la eucaristía, miembros consanguíneos del mismo cuerpo de Cristo.
ORACION
OH, Virgen santísima, Madre del Creador y Salvador del mundo, abogada de los pecadores. Es justo que, des pues de haber dado gracias a Jesucristo, Hijo tuyo y Redentor mío por haberse entregado con amor por mi, pecador, y por haberme entregado su santísimo cuerpo, también te dé gracias a ti, Reina celestial, porque de ti tomó la humanidad este Verbo divino, tu Hijo y mi Dios y Creador. Con humildad suplico tu clemencia, porque eres Reina del cielo y Madre de la misericordia y de este misericordioso Señor, y —puesto que de la plenitud de tu gracia reciben de ti redención los prisioneros, consuelo los afligidos, perdón de sus pecados los pecadores; obtienen gracia y gloria los justos, salud los enfermos y grande gloria los Ángeles— te suplico que me comuniques tu benevolencia, OH Señora y Madre de la misma gracia y misericordia. Tú, OH Señora, eres la escala del cielo, la estrella del mar, la puerta del paraíso, la esposa del Padre eterno, la madre del Hijo y tabernáculo del Espíritu Santo, sellada por el Padre con su poder, por el Hijo con su sabiduría y por el Espíritu Santo con su bondad (Jaime Montañés, carmelita español del siglo XVII, citado en E. Boaga, Con Maria nelle vie di Dio. Antologia della rnarianità carmelitana, Roma 2000, p. 100).
"Y la Madre de Dios es mía, porque Jesús es mío" (S. Juan de la Cruz)

No hay comentarios:
Publicar un comentario