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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Miércoles de la 22ª semana del Tiempo Ordinario

Misa

Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (3,6-10.16-18):

En nombre de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de nosotros. Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros, os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros. La despedida va de mi mano, Pablo; ésta es la contraseña en toda carta; ésta es mi letra. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.


Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 127,1-2.4-5

R/.
Dichosos los que temen al Señor

Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/ 
Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»


Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Rosa Ruiz. Misionera Claretiana (rosaruizrmi@yahoo.es)
Venimos comentando esta semana, de la mano de Pablo, el proceso que todo ser humano está llamado a vivir: de ser simples criaturas (seres vivos como los peces o los árboles, ligados a un ciclo vital más o menos determinado, dentro de lo esperable, de lo necesario…) a ser personas de espíritu, personas libres que viven de pie, que eligen, que disciernen, que dicen sí y dicen no, que van haciéndose una sola cosa con el Padre poco a poco, creciendo cada vez más. Hoy Pablo nos da una clave clara para saber por dónde andamos en este recorrido vital: Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales y que procedéis según lo humano. La división, las envidias y enfrentamientos no proceden de Dios, como no procedía la cizaña en el campo aunque Dios la deje crecer también.
El mismo Jesús, si somos fieles a la fe que profesamos en el Credo, tuvo que ir haciendo humanamente este proceso. Era verdadero hombre y verdadero Dios. El hombre Jesús fue creciendo en edad, en estatura y en gracia, en sabiduría... es decir, fue aprendiendo a vivir según el Espíritu de Dios, según sus criterios y prioridades. Getsemaní lo muestra con toda claridad: no se haga mi voluntad sino la tuya…
Y llegar aquí no fue cosa de un día ni se improvisó. Los evangelios nos muestran a un Jesús cotidiano y oculto (¡la mayoría de su vida!); un Jesús que se retiraba a orar, que buscaba el silencio y la escucha del Padre; un Jesús que se dejaba conmover ante cualquier dolor y sufrimiento, ya fuera una mala fiebre como en la suegra de Pedro, ya fuera el drama de un endemoniado. Iba con su madre y sus amigos a las bodas (al menos la de Caná), comía y bebía cuando tocaba hacerlo porque le llamaban comilón y borracho. Era amigo de sus amigos, comía y cenaba en sus casas disfrutando de la conversación y el encuentro. Corregía sin temor y decía lo que el Padre quería que dijese, aún sabiendo que muchos se le echarían encima.
Y no creo que nada de esto sea casual o accesorio. Todo lo que vivimos cada día, en lo pequeño y en lo grande, va haciendo que crezcamos o nos quedemos estancados; que seamos gente de espíritu o gente sin criterio, traídos y llevados por lo que toca, por lo que apetece o no apetece; gente fría e impasible o gente que se deja conmover por los dolores y alegría de los demás. La decisión y el deseo de vivirlo de un modo u otro, es nuestra. Dios ya pone su gracia.

Liturgia Viva

¡HIPOCRESÍA, NO!
(2 Tes 3:6-10, 16-18; Mt 3:27-32)
Introducción
Nuestra guía deberían ser las sólidas tradiciones de nuestra fe, no las revelaciones privadas.

Evangelio. Probablemente estamos de acuerdo con la fuerte condenación de Jesús de la hipocresía de los fariseos. Pero la hipocresía nunca murió: todavía la tenemos aquí con nosotros hoy. El encalar y blanquear las tumbas es moda hoy todavía, y desde una corrupción inicialmente individual ha penetrado y se ha extendido en la sociedad misma. Los errores del estado, y los de la Iglesia también, son encubiertos. Se pasan por alto y en silencio las injusticias y la explotación, o bien se las condena en términos tan generales que incluso los opresores están de acuerdo con la condena. Cerramos nuestros ojos, y nuestras conciencias se quedan tranquilas, porque pensamos que no participamos ni contribuimos al mal que continúa activo y destructor. Nuestras acciones no están a la altura ni de nuestras palabras ni de nuestra fe.

Oración Colecta
Oh Dios justo y misericordioso:
Tú conoces lo que hay en nosotros.
Perdónanos, por que con frecuencia estamos tan ocupados
que no tenemos tiempo para pararnos, mirar atrás
y ayudar a los que se sienten demasiado cansados
para seguir adelante.
Perdónanos porque muchas veces
condenamos a los demás
sin haber intentado comprenderles.
Que la justicia, la misericordia y el servicio
no sean asunto exclusivo de otros
sino que sean nuestra preocupación y nuestra vida,
motivados por aquél que nos dijo
que teníamos que buscarle y acogerle en los otros,
Jesucristo nuestro Señor
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Intenciones
- Por los que dan testimonio de la verdad, para que el Espíritu Santo ponga en su boca las palabras sabias y justas, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que sepamos hacer nuestro trabajo y cumplir nuestra misión en la vida con toda conciencia y con todo celo, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros que celebramos la eucaristía, para que Jesús, el Señor, nos haga personas auténticas y dignas de confianza, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo pagó con su vida
porque no pudieron convencerle
de abandonar su propósito
de hacer al pueblo verdaderamente libre en ti;
pero tú le resucitaste a una vida nueva y eterna.
Al unirnos a él ahora en su sacrificio,
haznos sinceros y comprometidos con él,
en honestidad y en verdad, cueste lo que cueste,
para que podamos superar sin temor
la prueba de tu escrutinio
y vivir en tu luz,
ahora y por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Las palabras de Jesús que hemos oído hoy
eran duras y dirigidas no solamente a otros,
sino también a nosotros,
para que las pongamos en práctica.
Por la fuerza de esta eucaristía
ayúdanos a vivir coherentes con nuestra fe
y a ser honestos con nosotros mismos y con los demás.
Haz que no solamente hablemos de paz y amor,
sino que seamos de verdad hombres y mujeres de paz
y constructores de comunidad por el amor
en y por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: ¡No cedamos nunca ante la tentación de intentar aparecer ante los demás mejor de lo que somos, hasta intentando quizás, de alguna manera, impresionar al mismo Dios!
Pidamos humildemente su bendición. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

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