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jueves, 23 de septiembre de 2010

Jueves de la 25ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiastés (1,2-11):

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta. Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir. Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento. Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar. Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. Si de algo se dice:«Mira, esto es nuevo», ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 89,3-4.5-6.12-13.14.17

R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,7-9):

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de ver a Jesús.

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Patricia Molina, rmi
De la lectura del evangelio de hoy rescato la figura de Herodes que “trataba de ver a Jesús”, trataba de conocerlo, de descubrir quién es. Podríamos decir que Herodes estaba en actitud de búsqueda. Por lo sucedido con Juan Bautista a Herodes se le había achicado el corazón, se le había enfermado de miopía espiritual y ahora al sentir hablar de tantos prodigios que realizaba Jesús sintió que se le movía el piso.
Claro está que Herodes no acostumbraba a mirar el corazón de los hombres y mucho menos a ver con el corazón, y menos aún a mirar su propio corazón. Lo que sí experimenta es angustia, por  no haber ampliado el horizonte de su mirada con Juan Bautista.
Ver con el corazón es la invitación que nos propone Benedicto XVI en Deus caritas est: “El programa del cristiano -el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús es un «corazón que ve»”.Y Benedicto nos marca bien claramente cuál es la fuente donde nutrirse, cuál es el aula y el maestro donde se aprende a “mirar con el corazón”: “Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo (…) ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta Carta encíclica: «Dios es amor». Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir qué es el amor. Y desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar” (n°12), porque allí, en la pasión, la mirada compasiva, abrasadora, personal del Señor, se hace gesto, se vuelve oblación, “acto de entrega mediante la institución de la Eucaristía durante la Última Cena (…) dándose a sí mismo a sus discípulos en el pan y en el vino, anticipo de su muerte y resurrección” (n°13). 
Vale la pena preguntarnos si nuestra mirada es como la de Jesús o como la de Herodes que frente a Jesús no sabe reconocer su amor. ¿miramos como Dios mira?

Liturgia Viva

Introducción
           Hoy, en esta primera lectura, escuchamos a un hombre que está perplejo: Qoheleth, el Eclesiatés, el predicador (el hombre que habla en la asamblea) que anda en busca de respuestas a los problemas de la vida; él es aparentemente un hombre desilusionado; “El inspirado pesimista”, como algunas veces se le llama, pero de todos modos es un creyente, y tiene que haber respuestas.
            Evangelio. También Herodes estaba perplejo acerca de este hombre Jesús. Quería ver a este extraño profeta sobre el que corrían tantos rumores. --- ¿Nos dejan perplejos a nosotros también Jesús, el evangelio, la vida y nuestra fe? ¿Estamos nosotros en constante búsqueda del sentido más profundo de nuestra vida cristiana? 
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú viniste para hacer nuevas todas las cosas
por medio de Jesucristo, tu Hijo.
Que él nos cuestione,
pero también cuestionémonos a nosotros mismos
si le damos en nuestras vida
el lugar que merece.
Que él dé sentido a todo lo que somos y hacemos
porque él es nuestro Señor resucitado
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Intenciones
  1. Señor, mantennos siempre buscando comprenderte mejor a ti y a tu evangelio, te lo pedimos: R/ Te rogamos, óyenos.
  2. Señor, que nuestra fe sea como una luz que nos haga ver el sentido de nuestras vidas, te lo pedimos: R/ Te rogamos, óyenos.
  3. Señor, danos paciencia con los que son laxos en su fe, para que nosotros no extingamos la mecha a punto de apagarse, te lo pedimos: R/ Te rogamos, óyenos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Por medio de esta ofrenda de pan y vino
tu Hijo aparecerá en medio de nosotros
sobre este altar
como el Señor de la vida.
Que él toque nuestros corazones,
para que creamos plenamente en él
y para que estemos vivos
con la vida divina que él nos trajo
al venir al mundo.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Somos privilegiados de conocer a Jesús, tu Hijo:
Él nos ha hablado ahora
y compartido su mesa con nosotros.
Suscita en nosotros vivos deseos
de verle y reconocerle
en los acontecimientos de la vida
y en la gente que nos rodea,
para que la vida no sea vacía y vana,
sino siempre llena, nueva y hermosa
en Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: ¿Es todo realmente en vano? ¿Que la vida no tiene sentido? En momentos de dudas y cuestiones profundas, nos hacemos quizás esas preguntas. Pero entonces recordamos que somos gente de fe, y que nuestra fe y nuestra vida tienen un profundo  sentido.
Que el Señor les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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