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viernes, 3 de septiembre de 2010

Viernes de la 22ª semana del Tiempo Ordinario


Misa
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):

Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.


Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 36,3-4.5-6.27-28.39-40

R/.
El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien,

habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.


Encomienda tu camino al Señor,

confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.


Apártate del mal y haz el bien,

y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. R/.


El Señor es quien salva a los justos,

él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,33-39):

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»

Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

Rosa Ruiz. Misionera Claretiana (rosaruizrmi@yahoo.es)
 
Ir creciendo en ese espíritu de Dios que hemos venido comentando los días anteriores no afecta sólo a nuestro comportamiento, ideas, actitudes, elecciones, sentimientos… También afecta a lo que esperamos de los demás y a qué decidimos dar “peso” en nuestro corazón, para bien o para mal. No es lo mismo vivir pendiente del juicio de los demás que del juicio de Dios. No es lo mismo necesitar la alabanza de los otros o alegrarse en la bendición de Dios. Sería bonito terminar el día y preguntarnos a modo de “examen” o mirada global de lo vivido: ¿Dios me mira y sonríe? ¿Soy la alegría de Dios hoy? Quizá me han rechazado, quizá he metido la pata, quizá me han dejado a un lado… pero ¿y Dios cómo me ha visto? 
No es tan fácil vivir así; al menos para mí, es difícil, pero en el fondo del corazón sabemos que ese es el camino, porque como dice el salmista: si te apartas del mal y haces el bien, siempre tendrás una casa, porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.  
Quizá el problema está en querer hacer remiendos, apaños, medias-tintas… Es como echar vino nuevo en odres viejos. Al principio podemos pensar que es lo único que se puede hacer, que hay que jugar con las cartas que tenemos, que hay que ser realistas… Entonces, con esas razones dadas, nos tranquilizamos y somos incapaces de vivir en verdadera novedad, en verdadera fiesta, porque “el novio está con nosotros” y se nos olvida. El novio y su vino nuevo de Evangelio piden vivir de otra forma, arriesgarnos, no remendar la realidad, las instituciones, las decisiones… Lo sabemos pero es costoso: ¿qué iban a pensar los demás? ¿Qué dirán de nosotros? ¿y si sale mal? Qué pena que no tenga mucho más peso en nuestro corazón y en nuestra esperanza qué dirá Dios de mi vida y de nuestros proyectos…

Liturgia Viva

CREADOS DE NUEVO EN CRISTO

Introducción

    Primera Lectura: Seremos administradores, dignos de confianza, de los misterios de Dios si vivimos conforme al evangelio y servimos a Dios y al pueblo, en vez de buscar seguridad en observancias externas y en palabrería.
    Evangelio. Somos creados de nuevo en Cristo, que es Señor y nuevo principio de todo. Con Cristo tenemos que renunciar a todas las componendas de lo viejo en nosotros y vivir según el nuevo Espíritu de Cristo. -- ¿Cómo hemos aceptado la renovación que el concilio Vaticano II exige de nosotros?

Oración Colecta
Oh Dios fiel, rico en ternura y misericordia:
Tú quieres que seamos tu pueblo en marcha
siguiendo a  Jesús, tu Hijo,
hacia un nuevo futuro de justicia y amor.
No permitas que nos asfixiemos
contentándonos solamente
con los viejos hábitos y las actitudes perezosas.
Ayúdanos a aceptar el dolor
de tener que dejar atrás lo que nos es familiar
y ábrenos al reto del evangelio
para que nos parezcamos más a tu Hijo
que guía nuestros pasos vacilantes,
Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones

  • Por la Iglesia, para que sus líderes y sus fieles perciban y acojan  los impulsos del Espíritu creador,  para poder proclamar a la gente de hoy el lenguaje siempre nuevo del evangelio, roguemos al Señor.
  • Por los artistas, poetas e inventores, para que nos revelen el esplendor de la creación y la novedad de la vida en Cristo, roguemos al Señor.
  • Por esta nuestra comunidad, para que no temamos al cambio auténtico, y para que recibamos de Cristo Jesús el valor para comenzar la reforma de la Iglesia y del mundo, comenzando con la renovación de nosotros mismos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En estos signos de pan y vino
tu Hijo Jesucristo se hace presente en medio de nosotros
para llevar a cabo con nosotros un nuevo comienzo.
Créanos de nuevo en él.
Reconcílianos contigo y los unos con los otros,
y haznos, con él,
constructores de un mundo nuevo
en el que él sea realmente Señor nuestro,
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión.
Oh Dios de toda esperanza:
Tú nos has dado a Jesús
como nuestro compañero en el camino
para ayudarnos a entender lo viejo y familiar
con un corazón nuevo y joven.
Que él nos empuje hacia adelante
cuando tratemos de hacer componendas
simplemente echando parches aquí y allá  a lo viejo.
Que tu Espíritu sople sobre nosotros
tu vigoroso aliento de vida
para renovarnos a nosotros y a nuestro mundo
con tu misericordia y justicia.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: De tanto en tanto tenemos que preguntarnos a nosotros mismos, cuán fieles somos al evangelio. Es fácil quedar fosilizados en nuestra vida espiritual y apostólica. El evangelio quiere que permanezcamos jóvenes y siempre nuevos.

Que Dios todopoderosos les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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