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viernes, 1 de octubre de 2010

Viernes de la 26ª semana del Tiempo Ordinario.Ciclo C.


Misa

Evangelio Mp3

Lecturas

Viernes 01 de Octubre del 2010
Primera lectura
Lectura del libro de Job (38,1.12-21;40,3-5):

El Señor habló a Job desde la tormenta: «¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados, para que la transforme como arcilla bajo el sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado por la hondura del océano? ¿Te han enseñado las puertas de la muerte o has visto los portales de las sombras? ¿Has examinado la anchura de la tierra? Cuéntamelo, si lo sabes todo. ¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde viven las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de casa? Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años.»
Job respondió al Señor: «Me siento pequeño, ¿qué replicaré? Me taparé la boca con la mano; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré nada.»

Palabra de Dios
 
Salmo
Sal 138

R/.
Guíame, Señor, por el camino eterno

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.

Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha. R/.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras. R/.
 
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,13-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidas de sayal y sentadas en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Quien a vosotros os escucha a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí rechaza al que me ha enviado.»

Palabra del Señor

Comentario al Evangelio

ciudadredonda
Todos hemos escuchado alguna vez esos juicios llenos de seguridad y tan simples que se hacen en una conversación sobre los problemas que nos aquejan, o que aquejan a los demás. Enseguida sentenciamos, enseguida descubrimos la solución al problema y decimos lo que hay que hacer. Todos conocemos personas que siempre tiene la solución a los problemas. Para ellos la realidad es simple, sencilla... o es A o es B, o es verdad o es mentira, o es bueno o es malo, o es negro o es blanco. No hay puntos intermedios donde se funden los colores, no hay brumas... sólo hay certezas y seguridades.
Si no nos quedamos en la superficie de las cosas, de las personas o de los problemas seguro que descubrimos matices, puntos de vista, otras “verdades”, claroscuros. La realidad es ambigua, y siempre tiene un componente de misterio que hemos de respetar. Y esto no es relativismo, sino certeza de que sólo poseemos una mirada y que hay “otras” miradas.

Dios le habla a Job y le dice lo grande que es el universo y lo poco que sabe de él. Ante esto Job responde desde la humildad: “me siento pequeño”. Creo que esta es la actitud del creyente, la de quien se sitúa ante la inmensidad no desde las seguridades nacidas de la superficialidad, sino desde el Misterio que le supera y que ha de acoger y se encuentra detrás de cada realidad.

Los habitantes de Corozaín y Betsaida no son capaces de reconocer en Jesús y sus milagros los signos de una presencia “única” de Dios. No fueron capaces de mirar más allá de los gestos y de las palabras y descubrir tras ellas el rostro de Dios, y por eso Jesús pasó de largo.

¿Conocemos de verdad a Dios? ¿Sabemos cómo actúa? ¿Sabemos lo que quiere de nosotros? ¿Sabemos lo que quiere de los demás? A veces diseccionamos tanto a Dios que le perdemos, y perdemos el misterio que se revela en los claroscuros, en el silencio, en la escucha, en la mirada profunda, el Misterio que nos trasciende y sin embargo nos llena a cada instante. Dios se nos revela en la “profunda sencillez” de la humanidad de Jesús.

Liturgia Viva Viernes de la 26ª semana del Tiempo Ordinario

EL PECADO EN NOSOTROS (Año I. 1,15-22;  Año II. Job 38,1-3. 12-21; 40,3-5; Lc 10,13-16) 
Introducción

            Año I. La lectura de Baruc no procede de la mano del Baruc que era el secretario de Jeremías. Data de mucho más tarde, en el tiempo de los Macabeos,  y es como una celebración penitencial deplorando los pecados del pueblo, que habían llevado a las calamidades presentes y a la opresión.

            Año II. Ahora que ha oído a Dios explicarle que su rectitud no le da  derecho a un tratamiento especial, Job humildemente dice que se encomienda confiadamente a Dios.

            Evangelio.  Los medios modernos de comunicación han hecho al mundo más estrechamente unido o globalizado, pero también nos han mostrado más claramente la presencia del pecado y del mal en el mundo;  más  de  la  mitad  de  la  población  mundial pasa hambre y está explotada; el mundo de la economía se ha ido fuera de control a pesar de las donaciones para la ayuda al desarrollo, y naciones enteras no son libres por causas y situaciones interiores o exteriores.. --- Y en nuestros propios pequeños mundos personales hay pertinaz  egoísmo, soberbia  a costa de los otros, sospecha... Mientras condenamos los pecados de la sociedad, no perdamos en el proceso nuestro sentido personal del pecado; no olvidemos nuestra solidaridad en el pecado, pero al mismo tiempo vivamos mejor nuestra solidaridad de amor y vida motivadas por Jesús. El pecado es un rechazo de Cristo y su mensaje.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Nos resulta fácil condenar guerras, conflictos civiles,
corrupción, explotación, esclavitud de cualquier tipo.
Pero te pedimos, Señor Dios, aunque con mucha timidez,
que abras nuestros ojos al mal que anida en nosotros mismos.
Ayúdanos a ver que nosotros hacemos,
a menor escala, en nuestros pequeños mundos
el mal  que recriminamos al gran mundo.
Haznos ver que nosotros también somos pecadores,
necesitados del  gran perdón que benévolamente nos ofrece
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Intenciones
  1. Para que el mundo de hoy no pierda el sentido del pecado y no “legalice” cosas y situaciones que moralmente son disparatadas y contrarias a tu voluntad, roguemos al Señor.
  2. Para que a todos los endurecidos en el pecado el Espíritu del Señor les toque el corazón para que puedan arrepentirse y cambiar sus vidas, roguemos al Señor.
  3. Para que los muchos que llevan en su conciencia una pesada carga de pecado y de remordimiento, y todos los que sufren por los pecados de otros,  sigan confiando en la bondad liberadora y reconciliadora de Dios, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, padre misericordioso:
En estos signos de pan y vino
tu Hijo viene a nosotros con su cruz
para acabar con toda  soberbia de pecado
y para ser el principio de nuestra nueva existencia.
En él nos muestras el modelo de la nueva persona.
Danos su fuerza para arrepentirnos sinceramente, 
para convertirnos,
para alzarnos por encima de nuestros mezquinos egoísmos
y, como Jesús, para amar y servir sin contar el precio.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, Padre misericordioso:
Tú respetas y educas nuestra libertad.
No nos das garantías contra el fracaso,
pero nos llamas para elegir y decidir por nuestra cuenta.
Oh Dios, perdónanos y ayúdanos
cuando, en  nuestros torpes y difíciles esfuerzos
por ver cómo la libertad de tu Hijo
se convierte en viva y real,
nos arriesgamos y cometemos disparates.
Queremos permanecer fieles a ti
por medio y a ejemplo de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Lo lamentamos, y en nuestros mejores momentos realmente no lo queremos, pero el pecado siempre vuelve.  Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos otorgue su eficaz ayuda.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca siempre.

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